domingo, 27 de julio de 2008

Viva el honor y el qué dirán

Antes el qué dirán, la fama, la honra, el honor eran importantes. Ahora se ha hecho tanto hincapié en la vida privada, en la independencia, que ha desaparecido un importantísimo freno social para el mal: el juicio de los demás. Antes había millones de razones para ser bueno: los demás. Ahora sólo hay una: uno mismo. Antes ser bueno significaba serlo y parecerlo, pues no dependía sólo de mí, sino también de mi honor, de lo que pensasen de mí los demás. Ahora ser bueno depende de lo que yo considere. Por tanto, ahora no hay manera de frenar al descarado, al vecino sucio y ruidoso, al que tira papeles al suelo, al puerco, al cochino...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y era mejor? ¿Padecer el qué dirán en carnes propias? Porque sobre todo, nosotras, las mujeres, estábamos continuamente sometidas al juicio de los demás, por ejemplo, mi tía se llevó 20 años de luto por su madre, su hermana,su padre... Todo por el qué dirán.La vida es tuya, es lo único que tienes realmente como algo propio y precioso.Ser bueno en esas condiciones es dejar de ser tú mismo/a. Y no sé hasta qué punto es el freno adecuado.
Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...

Era mejor cuando el qué dirán frenaba al malo. Eso es lo que quería decir. Recuerdo que, cuando los ancianos regañaban a los adolescentes, para éstos era un problema que los padres se enteraran. Era importante ser de buena familia. Pero ahora ni los niñatos ni sus padres se preocupan por eso y la única manera de frenarlos es la ley, que sólo sirve para poner apaños cuando el daño está hecho.
Pero coincido contigo en que el qué dirán siempre ha sido pernicioso cuando te impide hacer cosas buenas y legítimas. El luto es digno cuando nace de la propia voluntad, no cuando nace del temor al chismorreo de los otros. Saludos

Anónimo dijo...

Lo peor de todo es que frenan más a los buenos que a los "malos", porque por definición el malo hace lo que le viene en gana sin pensar en nadie.¡Qué se le va a hacer! Vivir frenados por una moral imperante nunca ha sido bueno. Me encanta Nietzsche por eso, porque anima a una moral humana, llena de vida y que disfruta de la propia existencia aunque haya aspectos que no comparto con él. Desgraciadamente los hombres somos inconscientes para muchas cosas y entre ellas para este asunto.La ley y la moral impartida y repartida no nos hace mejores. Nunca. Abrazos.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Tiene usted mucha razón en algo que no se me había ocurrido. La moral imperante frena más al bueno que al malo. Ya lo decía Teresa de Jesús, cuando lamentaba las muchas buenas cosas que los buenos dejaban de hacer por temor a perder el honor o la "negra honra", como ella la llamaba. Un abrazo