Me he dado cuenta de que soy un ingrato con mi cuerpo. Lo trato mal, como si él no fuera yo. No le doy bien de comer. Le meto alquitrán entre pecho y espalda. Me comporto como un platónico que aspira a las Ideas puras y eternas. Este cuerpo que con tanto amor hicieron mis padres una noche (o en pleno día, que eso no lo sé) merece que lo trate con respeto. Eso no significa darle masajitos ni placeres sofisticados. Eso significa más bien cuidarlo para que lo pueda gozar quien me ama, en parte donde nadie parecía. Eso significa no acostumbrarlo a la molicie ni a la fofez. El cuerpo es uno de los talentos y se me dio para que trabajara, para que hiciera el mundo más bello y más bueno, para llevar niños al hombro, para que el enfermo se apoye en mis brazos fuertes. Amar el cuerpo es sacarle músculo para la bondad y el amor, no para el espejo y la camiseta ajustada. Amar el cuerpo es castigarlo un poco para sacarle partido como a los buenos caballos: si no se les azota, no corren.
En fin, ésa es la teoría. La práctica es que los caballos me conducen donde ellos quieren, no donde quiero yo.
4 comentarios:
Como he notado, querido Jesús, que coger en brazos a mi pequeño gordito y tener problemas de espalda comenzaba a estar inevitablemente relacionado, ya llevo unas semanas practicando natación. Me niego a que mi cuerpo no me responda: coger a mi niño (y dentro de nada a mi futura niña)es un placer innegociable.
Un abrazo.
Hablar del cuerpo, en la fiesta de los ángeles (seres espirituales), parece un tanto contradictorio. Pero estos, son inteligentes y tienen voluntad. No olvides que al cuerpo lo hace viviente el espíritu. Pero SÍ, hay que amar (cuidar) el cuerpo, porque se lo merece y es imagen de Dios. Es el cuerpo el mejor amigo del alma, diría yo.
Querido Juanma: ésa es una sabia manera de buscar la salud, a través del amor. A ver si tomo ejemplo de ti. Un abrazo
Carísmo Aloisius: me alegra tener amigos que me recuerdan lo que el calendario que tengo encima del ordenador me gritaba cuando escribí esa entrada acerca del cuerpo. No es que yo hiciera oídos sordos, es que ni miré el calendario. Así que mañana escribiré sobre los ángeles. Te lo dedico a ti y a ellos. Os lo merecéis. Ex corde
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