De jovencito viajé varias veces al Valle de Ordesa y siempre pasábamos por el Pilar. Iba cargado de peticiones que la gente más dispar me encomendaba: pídele por tal persona, encomiéndale tal negocio, que no se te olvide aquello otro. Así que cuando yo me acercaba a besar el Pilar, dejaba junto con mi beso un rosario de piropos y plegarias. Hoy quisiera enviar a través de esta red mi beso a la Pilarica, en esa piedra desgastada por dos mil años de besos.
Aquí la tengo, junto al ordenata, una talla que me regaló un gran amigo mío maño y ateo, pero devoto de ella. La Virgen del Pilar es pequeña, pero tiene devotos grandes como el Ebro. Y en su día se descubren cosas grandes, como América, y en su nombre se ganan batallas como la de Lepanto. Así que preparaos.
Como dice el Akathistos
¡A la invicta estratega
el himno de victoria!
3 comentarios:
A la Pilarica pienso encomendarme para escribir un buen soneto, que no hay que escatimar ayudas posibles.
Muchas gracias por tu correo, tomo nota de todo y me agarro a mí mismo para no tirar, jamás, mi humilde toalla.
Un abrazo.
Entonces te saldrá redondo. Cuando lo termines, no dudes en enviármelo.
Pilar sagrado, faro explendente, rico presente de caridad, Pilar bendito, trono de gloria, tu a la victoria nos llevarás...
Gracias, amigo Jesús.
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