En cada familia hay un tema recurrente. Uno de los que ha habido siempre en la mía es la tirria que les tenemos a los que prefieren los animales a las personas, las tías solteronas que pasean a su perrito en brazos pero que no se gastan ni un céntimo en golosinas para sus sobrinos, esas personas que, cuando el perro le muerde al niño, le echan la culpa al niño, no al perro, los que exigen que tratemos a su mascota como si fuera su hijo, los que no dan dinero a Caritas pero compran paté de cerdo ibérico para su gatito. No les tenemos tirria a los perros, sino a ese tipo de dueños de perros.
Conocían mis padres a un matrimonio italiano con cuatro o cinco perros. Estos italianos se espantaban viendo a mi madre con siete churumbeles, y decía: “A mí es que los niños no me gustan. Cuatro veces he tenido que abortar. Sin embargo, los perros me encantan”. En efecto, yo también prefiero los perros a señoras como ésa.
En general, los dueños de perros son conscientes de que los perros son perros, pero algunos dueños pierden el norte, como esa millonaria americana que proclamó heredero a su chucho. Yo creo que al perrito habría que comprarle comida barata y caducada y entregar la herencia a los pobres.
Si al menos fueran caballos o dragones, pero son perros.
4 comentarios:
Si al menos fueran como el perro de Byron:
"Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre sin ninguno de sus defectos".
Pero, claro, esto solo se ouede decir, de verdad, de algunos toros.
Qué epitafio tan bonito. Comprendo que a veces uno prefiera vivir rodeado de perros y caballos a vivir rodeado de hombres. Algún día tendré que hacer un elogio del toro bravo. Un abrazo
Espero con fruición ese elogio del toro bravo, Jesús.
Demasiado valoras mi pluma, Juan Antonio
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