sábado, 4 de octubre de 2008

Poesía

No sé qué hacer con esta luz dorada
que has dejado en mis brazos.
Viene de las estrellas y los besos,
refulge en el abismo
y convierte mi cuerpo en ese pájaro
que te busca en los árboles.

¿Qué haré con el raudal de sol que eres
cuando tocas mi pecho?
¿En qué cáliz de flor puedo guardarte,
en qué alas de paloma,
si no hay versos de luna, fuentes altas,
gemas donde engarzarte?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mejor del poema es que no se sabe si está dedicado a una mujer, a una pasión, a Dios... y que es un poema, por así decir, alígero y gozoso. Lo peor es, quizá, que parece incompleto. Necesita continuación. Un abrazo

Anónimo dijo...

Admiro y adoro esa capacidad tuya de expresar sentimientos. Creo que te estás convirtiendo en un sujeto de culto.¿Dónde recoger lo que no podemos tocar?

Jesús Cotta Lobato dijo...

Me abrumas, querido anónimo, con tus palabras y me has alegrado el día, pero creo que tus palabras nacen seguramente del afecto que da el leerme asiduamente. Un abrazo muy fuerte