Sería interesante que en español fuera un hecho gramatical relevante añadir una p al final de algunas palabras cuando uno quiere hablar con la intención de hacerse el gracioso o de ser cortante. Por ejemplo:
-Me gustaría muchop que vinieras a mi casap.
-Valep.
Si queremos ser cariñosos, podemos utilizar mucho la i.
-Ti amo muchi, cariñi míi.
Y si queremos ser contundentes, la o:
-Yo te quiero mocho, corozón.
Ya hemos escapado de la tiranía de la moral convencional y del rol sexual impuesto por una cultura patriarcal. ¿Por qué seguir, pues, sometido a un lenguaje impuesto que yo no he decidido?
2 comentarios:
¿Quizás porque está arraigado en ti y con él eres capaz de tener este tipo de reflexiones?
Un abrazo
En realidad, querida yomisma, mi pregunta era irónica. Así que comparto tu pregunta, porque mi propuesta era sencillamente descabellada.
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