lunes, 13 de octubre de 2008

Tópico sobre el amor


“Cuando lo vi montar en su vespa, con su camiseta ceñida y esos ojazos negros, me di cuenta de que aquél era mi hombre. Fue un flechazo en toda regla”.

Los flechazos son menos frecuentes de lo que el cine nos hace creer. Suele ser la memoria la que idealiza ciertos momentos y olvida que por aquellos días experimentamos sensaciones muy similares por otros hombres en moto, pero como al final no fueron el nuestro, la memoria los olvida y les niega la categoría de flechazo. Por lo demás, si los flechazos fueran tan fulminantes y ajenos a nuestra voluntad como la gente asegura que fueron, sería una desgracia para nosotros tener que enamorarnos de un mamarracho o de una mala pécora sólo porque así lo determinó la fuerza cósmica del flechazo. El flechazo tiene mucho de mito y predestinación y poco de azar y de gusto personal, que son los que en verdad provocan que, de entre todas las personas que conocemos, unas nos hagan más tilín que otras. Sólo cuando, con el trato y el paso del tiempo, ese tilín se convierte en tolón, nos parece que el tilín fue en un pasado mítico un sonoro y súbito tolón, o sea, un flechazo de ammoorr con el ñigoñigo de los violines como fondo.

7 comentarios:

Juanma dijo...

En una película cuyo título no recuerdo, James Stewart (dato que tampoco recuerdo con seguridad, pero casi) recibe por primera en el salón de su casa al pretendiente de su hija, la petición de mano. James Stewart le pregunta al novio atolondrado: "¿Deseas a mi hija?". El chico no sabe qué decir, la pregunta parece que tiene trampa y opta por lo correcto: "Oh, no señor, yo la quiero sinceramente, con el corazón". Responde el futuro suegro: "Mal asunto, hijo. Yo, cuando vi hace treinta años, por primera vez, a mi mujer, sentí unos deseos enormes de besarla, de tocarla. Luego, con el tiempo, también me enamoré de ella".
Me gustó esa conversación que tu entrada ha traído a mi memoria.
Me ha tocado trabajar en este puente y aún no he podido detenerme en ellos, pero leídos están esos sonetos hermosos, sonoros...ahora sí veo con claridad la importancia de las sílabas que deben llevar la tilde. Gracias.
Un abrazo, querido amigo.

Juanma dijo...

Fe de erratas (otra vez): "recibe por primera vez..."

Juan Antonio González Romano dijo...

No sé por qué azarosos caminos llego hasta este blog, que enlazo y me apunto a mi ruta. Con el tiempo sabremos si el tilín que me ha hecho se convierte en tolón. Saludos

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues sí, si no hay deseo, me temo que la cosa no funciona, al menos en mi caso. Un abrazo

Jesús Cotta Lobato dijo...

Es un honor para mí, querido Juan ANtonio

Yo misma dijo...

No sé si existirá o no el flechazo pero lo que sí es cierto es que éste no es simplemente con una mirada o un sorbo del olor de una persona. Sin embargo, sí que lo he padecido después de una charla interesante, no por ella en sí, sino por lo que traía consigo, es algo así como un cóctel de sentimientos extraños, olores distintos y sonrisas que se clavan, química exultante diría yo. Llamadme romántica, pero aún recuerdo un paseo por la playa una noche de luna llena como una de las escenas más bonitas de mi vida. Y aun cuando el amor no prosperó, sí que selló ese amor para siempre aunque ni lo vea ni nos hablemos.Es un recuerdo hermoso.A eso lo llamo también yo flechazo, aunque creo que a eso no os referís.
Las mujeres sucumbimos antes que los hombres a estas cosas...
Saludos de una romántica empedernida...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Quizá me haya dejado llevar demasiado por mi afán por ironizar. Yo sí creo que uno se puede quedar enganchado a esos recuerdos, a un cóctel de sentimientos y sensaciones que tuvieron lugar en un momento concreto que nos pareció mágico. Y respeto mucho tu recuerdo.