Propongo a los gramáticos cambiar la denominación de esa categoría gramatical que llamamos género por otra como sufijo nominal o algo así, para que la ideología de género no tenga razones para confundir el género sexual con el gramatical. El género no sólo sirve para distinguir el sexo, sino que es sobre todo una marca más para diferenciar palabras. Bolso, bolsa; canasto, canasta. Así que "miembro" acaba en "o" no porque los miembros sólo puedan ser machos, sino, sencillamente, porque se escribe así. Igual que la palabra "persona" se usa para ambos sexos, miembro también. ¿O vamos a decir "persono" igual que decimos "miembra", con lo comodísimo que es decir a veces "persona" cuando uno no quiere que se conozca el sexo de quien está uno hablando?
El género gramatical que llamamos masculino no es el género del macho, sino el género general. Decimos que una duquesa apadrina a un torero, no que lo amadrina, y eso no es machismo lingüístico, sino cortesía del género que acaba en -o.
Entre los profesores se suele decir "profesorado" y "alumnado" para no tener que decir "profesores y profesoras, alumnos y alumnas". Pero, como dice mi amigo Felipe, eso sería como decir "fontanerado" para no tener que decir "fontaneros y fontaneras".
¡Ay Dios mío, cuánta tontuna nos hace decir la ideología!
2 comentarios:
La ortodoxia logsiana no sólo discreparía de tu opinión, sino que mandaría contra ti y contra los que nos situamos en un criterio filológico de sensatez, a todos los coordinadores de lo que han venido en llamar "coeducación" y que prescriben unos farragosos textos de -os y -as insufribles.
Un beso de resignada rebeldía.
Me temo lo peor: que tal como anda el patio, el mal gusto general se acabe acostumbrando al -os -as y empecemos a ser raros los que preferimos la economía del lenguaje. Otr beso
Publicar un comentario