Quizá sea tan absurdo como el consejo hindú de ayer, pero yo estoy marcado por un consejo que me dieron cuando era adolescente. Me lo dio la persona justa en el momento adecuado y en el sitio correcto y desde entonces no se me olvida.
"No te fíes de quien te estreche la mano sin vigor".
Es decir, el que te ofrezca una mano flácida no es noble, no montes con él un negocio, no le pidas un favor, no le cuentes un secreto.
Desde aquel día, yo estrecho la mano con mucho vigor. Estrechar la mano es un acto primitivo y franco y así debe ser. No llego a desconfiar de quien no me hace lo mismo, pero sí que me gustan las personas que estrechan la mano con potencia.
Por eso, a mis alumnos siempre les recomiendo estrechar la mano con fuerza y ese consejo, no sé qué tiene, que les gusta mucho.
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