martes, 9 de septiembre de 2008

Mi mayor problema

Hace ya tiempo que me di cuenta de que mi mayor problema no es el trabajo, el dinero, la política, la literatura o qué sé yo. Mi mayor problema soy yo.
Este descubrimiento es muy liberador para los demás, porque así no me dedico a culparlos de mis desgracias, pero también lo es para mí: ya no tengo que andar buscando culpables y dejo de sentirme víctima, lo cual es un ejercicio triste y agotador. Ahora yo soy mi víctima y mi verdugo y todo queda en casa. Cuando uno descubre que sus trapos sucios los ensució él, los demás están más limpios.
Siendo yo el problema, sé que el problema me acompañará toda mi vida, que mientras tenga ese problema, estaré vivo, que la vida en sí misma es un problema irresoluble y que sólo se solucionará con la muerte y eso me reconcilia con la vida, que me da muchas alegrías junto a ese problema, y con la muerte, que me lo va a solucionar todo.Cuando creo que no estoy a la altura, cuando vuelvo a caer una vez y otra en los mismos errores, cuando me ha faltado coraje, me digo: Jesús, anda, perdónate un poco, todos sabemos cómo eres.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso.Pienso lo mismo que tú.Yo sé que mi problema soy yo. Sin embargo tu reflexión no me sirve, cuando tengo un problema, me desespero, lloro, suplico y hasta siento que se me desgarra el corazón. Y yo sé que el problema está en mí...pero eso,desgraciadamente no me consuela. Un beso Jesús.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues ya somos dos: mi reflexión tampoco me sirve cuando tengo un problema. Es lo que tienen los verdaderos problemas: que no tienen solución. Cuando uno descubre que ciertos problemas tienen muuy mala o ninguna solución, uno se reconcilia con el problema y aprende, a veces, no siempre, a convivir con él.
Un beso para Anónimo

Yo misma dijo...

Yo creo que a todos nos pasa lo mismo,que nos descubrimos en nosotros mismos algunos llamémosle "fallos", reconocemos que los tenemos y a veces nos reconcomen. Sin embargo, hace tiempo que me aplico el perdón, la tolerancia, la amistad conmigo misma y resulta que así me descubro con otros ojos, quizás los mejores, los de la ternura que aplico a quienes me rodean y forman parte importante en mi vida, a aquellos que por mucho tiempo que pase, siempre estarán en mi corazón.
Por otra parte, es loable que los reconozcamos y pongamos pies en pared cuando se nos desmandan,lo nefasto sería ignorarlos y seguir actuando mal ( aunque no siempre sean malas actuaciones en sí mismas). En definitiva, Jesús, date la mano, perdona, olvida y sonríete cada mañana, dejando tu vida ordenada y dispuesta para vivirla. Así se vive bien.

Un abrazo de alguien que sabe que no es tan fiero el león como lo pintan...

José María JURADO dijo...

Creo que tu mayor problema sería que otro tuviese el mismo problema que tú: o sea tú. Tendrías que huir de él, esconderte, evitar que te matase, para acabr con su (tu) problema.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues ya somos dos los que andamos perdonándonos a nosotros mismos y me alegra comprobar en otro que el que se perdona a sí mismo también aplica esa norma a los demás.
Por otra parte, sería un verdadero problema enfrentarme a un ejército de Cottas iguales que yo. Como dice un amigo mío, ¡con lo aburrida que es la mismidad y lo divertida que es la otredad!
Un abrazo para todos