martes, 30 de septiembre de 2008

A mis hermanos

Mi padre siempre nos controló la televisión. Recuerdo que todos los niños de la escuela hablaban al día siguiente de no sé qué serie televisiva de mayores que nosotros no podíamos ver y yo me moría de envidia. Cuando estrenaron en la tele Los ángeles de Charlie, yo intentaba convencer a mi padre de lo muy conveniente que era la serie porque trataba de ángeles. No coló.
Supongo que mi padre sabía que la tele era como una intrusa en la casa que podía deshacer fácilmente toda la educación que él se esforzaba por inculcarnos. Pero por entonces yo no lo entendía. Ahora soy yo el que controla la tele en casa.
Entre las series que sí podíamos ver estaban El increíble Hulk y La casa de la Pradera. Lo malo es que salían a la vez, una en la uno y la otra en la dos. Los partidarios de la Casa de la pradera argumentábamos que el Increíble Hulk siempre era igual: le hinchaban las narices y él se hinchaba y lo destrozaba todo, pero que la Casa de la Pradera siempre era distinta. Estábamos los hermanos divididos: los dos mayores querían la adrenalina de Hulk, los dos medianos queríamos las mieles de la Pradera, y entonces el trabajo consistía en convencer a los dos pequeños para que se sumaran a nuestro partido y les prometíamos todo tipo de prebendas y privilegios, entre las que estaba, por ejemplo, entregarles nuestra ración dominical de Fanta. Lo horrible era cuando había empate.
En honor de los mayores debo decir que no usaron nunca el argumento de la fuerza. Creían en la democracia.

12 comentarios:

Juanma dijo...

Buenos años aquellos que cuentas. Tan buenos como estos de ahora, espero...
Sólo una duda me queda: ¿sigues pensando que La Casa de la Pradera era siempre distinta?
Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Bueno, la verdad es que todos los capítulos de la Casa de la Pradera tenían en común el aire lacrimógeno y sensiblero, pero en cada capítulo ocurría una cosa distinta. A eso me refería. Los capítulos eran variados, aunque no el aire ni el mensaje. Sin embargo, en el Increíble Hulk el mensaje, el aire y las secuencias eran previsibles incluso para un niño como yo. Un abrazo

Juanma dijo...

Gracias Jesús, por tu comentario en mi bitácora. Te respondo por aquí.
No ha sido nada afortunado mi comentario sobre la posibilidad de los concursos amañados, pero intenté explicar que, en verdad, era algo que pensaba sólo para desahogarme. Y ahora, con las palabras de Andrés y las tuyas, tengo motivos suficientes para creer en la limpieza de los certámentes. Los grandes ya entiendo, y es normal que así sea, que se vean sometidos a intereses económicos.
Por otra parte, jamás me pienso rendir si de escribir se trata. Es algo que va conmigo, con mi forma de entender la vida. De vivir, sin más. Lo hago desde hace bastantes años y lo haré hasta el día que me muera. No sé hasta qué punto puedo llegar a ser mediocre o no, pero la confianza que tengo en lo que hago es absoluta. Pase lo que pase, todo lo daré por bueno.
Finalmente, no sólo permito tu "impertinencia profesoril", sino que la agradezco de corazón. Soy el primer crítico de todo lo que escribo (procuro ser, además, muy exigente conmigo mismo) y siempre espero la sinceridad de los demás. Y sin embargo, fíjate, no me es ajena la cuestión del ritmo. Es algo que intento cuidar. No tenía yo esa impresión del poema. Pero, desde luego, estaré aún más pendiente a partir de ahora. Y leeré a Cabanillas, eso por descontado.
Un abrazo y muchas gracias por todo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Querido Juanma: con lo del ritmo me refiero a que, si te fijas en todos los poetas del Adonais o de la editorial Renacimiento y de todos los libros buenos de poesía, se tiende a escribir en endecasílabo con más o menos libertad, es decir, los versos pueden ser menos o más de doce sílabas, pero lo que siempre se evita es que haya un acento en la quinta o séptima sílaba. Para aque el verso sea más eufónico, el acento va siempre en la sexta sílaba o en la cuarta y octava. Por ejemplo, veo más sonoro que el primer verso versos tuyos como: No conserva mi piel el tacto...
Un abrazo

Juanma dijo...

Perfecto. En eso sí que no había caído para nada. Te lo agradezco sobremanera y, en lo que venga, te aseguro que lo tendré muy presente.
Un abrazo.

Rascaviejas dijo...

La pobre Laura Ingels, que acabó haciendo miles de películas para las sobremesas de Antena 3...

Anónimo dijo...

A mí me sigue gustando más el verde explosivo de la Masa. ¿Cómo se llamaba la hermana desgraciada de Laura, esa que estaba ciega y estuvo a punto de quemarse viva?
Lo curioso del asunto es que con todos estos recuerdos infantiles las productoras de porno han hecho su agosto. No sé, será por el morbo pero lo cierto es que los protagonistas de ambas series dan mucho juego en estas lides.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Reconozco mi ingenuidad. No sé a qué series de sobremesa se dedicó mi admirada Laura Ingels y qué relación puedan tener ella y Hulk con el porno. En ese campo sigo siendo ingenuo como cuando niño. Un abrazo

Anónimo dijo...

Recuerdo cuando vi el primer capítulo de la casa de la pradera, un domingo por la tarde....me quedé embobado y con ganas de ver más y más.Sin embargo con el tiempo me producía hastío y hasta desesperación. Tanta dosis de edulcorante acabó con el interés que yo sentía por aquella familia perfecta.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Pues, querido anónimo, a mí me pasa exactamente lo mismo que a ti. Me quedé embobado con la pradera y cuando la he visto de mayor,no la soporto. Lo mismo me pasaba con Pippi. Me encantaba de niño y ahora me parece una insolente insoportable. Un abrazo

Anónimo dijo...

La verdad es que entre que éramos niños y que no había mucho más donde elegir, nos quedábamos encandilados con cualquier cosa. Yo no recuerdo ninguna serie ni película de aquella época que pudiera entonces catalogar de mala, o de aburrida. Ahora, ni siquiera podemos abarcar la cantidad de series que nos invaden sólo en los canales más ¿normales?; además con tantas reposiciones y remakes hacen que todo pierda su encanto, y si no pensad en Verano azul: la primera vez que lo pusieron todo el mundo lo seguía y bueno, yo creo que nadie se perdió la "pirmera" muerte de Chanquete, pero vamos, la han puesto tantas veces que hacen que me crea la famosa canción del "no nos moverán".
Bueno, Jesús, no me enrollo más, pero sí aprovecho para mandarte un besazo (y otros para las que viven contigo).

Jesús Cotta Lobato dijo...

Nos acaban de llegar tus besos.