viernes, 26 de septiembre de 2008

Va por ti, maestro

Hoy, mientras oigo a Manuel de Falla, me he acordado de cierto profesor interino de música que trabajó conmigo en Alcalá de Guadaíra. Era muy mayor y fumaba como un carretero. Era incapaz de imponer disciplina entre los alumnos (en eso nos parecíamos) y los alumnos lo adoraban. Trabajaba para pagar las carreras de sus hijas y los regalos de los nietos. Tocaba la guitarra como un ángel, pero sufría de pánico escénico, y eso le impidió hacer carrera. Su mayor preocupación, sin embargo, no era esa, sino Dios. Acudía a mí muy a menudo a preguntarme como filósofo argumentos racionales para convencerse de que Dios existía. Yo le expuse las vías de santo Tomás y otros argumentos. Era la suya una búsqueda desesperada.
Me enternecía ese hombre bueno que, a esas alturas de su vida, sólo se preocupaba por lo importante.
Va por ti, maestro

2 comentarios:

Lopera in the nest dijo...

Jesús, siguiendo con la conversación que nunca terminaremos, creo que ese esfuerzo intelectual que describes es inútil. La ciencia no puede explicar algo para lo que no está concebida. Permíteme ponerte un ejemplo: La Ciencia puede explicar muy bien todos y cada uno de los sonidos de la Sinfonía 40 de Mozart, pero nunca podrá describir lo que esta sinfonía despierta en tu cerebro, lo que hace que se sienta el sublime placer de la música.

Si esto no fuera cierto y pudieramos, no sólo explicar sino también manipular el cerebro para despertar esos sentimientos tengo al intuición de que sería el final del ser humano sobre la tierra. Nuestra busqueda de la felicidad habría terminado junto con el instinto de perpetuarnos.

Ya seguimos hablando sobre el tema. Supongo que el lunes en la presentación del libro de nuestro admirado Paco Robles.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Por fin he reconocido a lopera in the nest. La ciencia, en efecto, no puede explicar eso, afortunadamente. Pero lo que me conmovía de este músico era su intento de apoyar con argumentos racionales (que no es lo mismo que científicos) su necesidad de creer. Y ahora que me recuerdas lo de la presentación, que yo no lo sabía, procuraré ir. Un abrazo